Les compartimos la más reciente contribución de Orlando Aragón Andrade para Revolución 3.0 Michoacán:
Diciembre 22, 2013.
En un estupendo trabajo una querida colega brasileña, Fernanda da Costa Viera, establece una brillante analogía entre la reina de corazones ―aquel personaje de Alicia en el país de las maravillas cuya única forma de resolver las dificultades era ordenando una ejecución inmediata y gritando: “¡que le corten la cabeza!”―y la tendencia punitiva que domina actualmente la gobernanza neoliberal en prácticamente todo el mundo.
Es claro que la lógica de la reina de corazones está inserta en el núcleo mismo de los gobiernos de orientación neoliberal, o quién puede dudar que hoy en día la fuente de legitimidad de éstos –incluyendo, por supuesto, al mexicano- no está basada en la prosperidad económica y el bienestar material de sus habitantes, sino en el miedo social fabricado por ellos mismos y por los medios hegemónicos de comunicación, en torno a distintos enemigos públicos (el terrorismo, el narcotráfico, la migración “ilegal”, los sectores marginales en protesta, etcétera).
En este punto no hay prácticamente nada que no se haya advertido ya, como tampoco puede haber sorpresa alguna de que ningún sector institucional esté interesado verdaderamente en denunciar y mucho menos en combatir esta lógica de gobierno. Sin embargo, en otros niveles empiezan aparecer síntomas que sí tienen distintivos relativamente novedosos y que quizás sean los efectos más perniciosos de este modelo de gobernanza neoliberal que urgen ser expuestos.
Fuera del ámbito institucional, en la sociedad civil organizada, comienzan a manifestarse voces de algunos sectores de la sociedad civil que claramente han sido seducidos por la reina de corazones o por el discurso punitivo promovido desde el Estado y por sus fieles aliados en esta causa: los medios hegemónicos de información. Sólo de esta manera se puede entender, por ejemplo, las no pocas simpatías ciudadanas que tiene una iniciativa de ley que criminaliza claramente la protesta social como la que pretende regular las protestas y marchas en la ciudad de México.
En Michoacán también es posible encontrar muestras alarmantes de la expansión del discurso punitivo a varios sectores de la sociedad civil organizada y, más preocupante aún, a movimientos sociales. Los dos ejemplos más claros de este fenómeno en nuestra entidad, se pueden encontrar en las demandas que han realizado, por un lado, algunos sectores del movimiento contra el maltrato animal y, por el otro, el movimiento gay en Michoacán. En el primero se ha demandado que el maltrato animal se tipifique como un delito más en el código penal del Estado, como ya ha ocurrido en otras entidades federativas, y en el segundo que los actos de discriminación sean también incluidos en la legislación penal de Michoacán.
Esta y otras notas periodísticas se pueden encontrar en nuestra sección de Prensa.